Sección destinada a la publicación de los textos argumentativos.

Refulgente madrugada.

Me pasa algo muy extraño. Siempre fui de tener un sueño profundo y contundente,pero
en estos últimos tiempos estoy pasando por una clase de “escasez”. En realidad el sueño no falta, pero si las ganas de dormir, o viceversa, no sé. El tema es que no puedo dormir, y si lo logro, nunca por más de tres horas seguidas. Mi cuerpo tomó esta costumbre una semana atrás. Tengo la teoría de que mi insomnio es un síntoma encubierto, por eso las primeras dos noches me quise auto-analizar. Obviamente, esto no ayudo en nada, al contrario, más tiempo distrayéndome de la necesaria tarea de descansar. La tercer noche armé un rompecabezas, de esos grandes. La cuarta limpie, y hasta lavé el piso de la cocina. La quinta noche pareció de verano, lo que me tentó a salir. Salir a las tres de la mañana un día de semana, era claramente sinónimo de salir al balcón.
Salí al balcón mientras comía un pedazo de pizza, sobra de la cena. Y ahí delante de mis ojos encontré un nuevo pasatiempo, que no me requería más que la imaginación, y mi innata tendencia al delirio.
Tengo un edificio en frente, veo las ventanas, y veo el interior de estas. Nunca antes me había distraído con estos pequeños espacios individuales, hasta esta noche. Las observe, y todas me devolvieron algo concreto y tranquilizador para mi mente, algo simple. Cuartos con la luz apagada, una chica leyendo sentada en un sillón, una pareja mayor delante de un televisor. Nada que me dispara la imaginación, o que me encendiera la locura.
Nada, hasta la ventana del medio del séptimo piso. La cortina de un color rojizo entrecerrada, dejaba un espacio donde se colaba una luz. Imaginé por incontables minutos que era lo que podía haber allí. La luz, para mi, delata una actividad. ¿Un hombre, una mujer? ¿Una persona, dos, tres? Mi protagonista podía estar pasando una velada más que agradable, que se había extendido de manera inesperada o de forma prevista hasta esas horas. Probablemente estaba con alguien, gozaba de una compañía, más que seguro elegía no dormir.
Aunque, esta persona podía no dormir por elección, también podía dejar de hacerlo por obligación. A lo mejor tenía que estar despierta, quizás velaba por alguien. No se podía negar una posibilidad de tristeza detrás de ese velo de color. Podía haber una mente que se estaba torturando, o que estaba siendo violada por fuerzas angustiantes, podía haber dolor, opresión, sometimiento. Había en frente mio alguien que posiblemente necesitara algo, alguien que deambulara por su espacio cotidiano buscando una respuesta, o intentando ingeniar una forma de escapar del día siguiente. Comencé a desesperar de imaginar esta soledad a metros míos. Sentí un impulso, no me podía quedar con ese estado de incertidumbre, no podía abandonar a mi vecino, a ese que estaba tan próximo a mí. Tenia que hacer algo, era una incoherencia, pero algo tan necesario no podía ser tan loco. Así que busque mis zapatillas y mis llaves, y bajé.

Dulce agonía

El cáos en el país aumentaba, la desesperación, agonía, incertidumbre se apropiaban de cada uno de los ciudadanos que poco entendían la verdad de la cuestión. La Gripe “A” la enfermedad que nos tocaba a todos, sin ningun tipo de excepcion.

Hoy me senté a mirar tan solo un instante a mi alrededor, sin observar mi ombligo , mi estado, mi todo; noté que necesitabamos explicaciones, una salvación, un remedio mágico que destruyera esta pandemia. Nos estaba afectando, el miedo entraba en nuestras mentes, los niños y estudiantes sin ir al colegio, sin la libertad de realizar sus actividades. Adultos preocupados por sus familias, hospitales colapsados de supuestos, otros probables enfermos. Los medios de comunicación transmitían mucha mas paranóia, unos pocos eran lo que brindaban realmente su servicio: el de infromar, dar recaudos, precauciones.

Necesitaba entender, debía redactar sobre una situacion que era mas que actual y de interés, pero era muy arriesgado cumplir con mi deber en ese preciso momento.El director de redacción , me encargó un trabajo de investigación sobre la Educación Argentina y la Gripe “A”.

Comenzé a abrir mi mente, buscar otros campos, recorer colegios, universidades. Necesitaba mirar, no solamente ver. Acordé una cita con uno de los directivos del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe; pese a la situación que invadía a la institución, aceptó la entrevista con gusto.

Debía entender la situación, debía realmente conocer la verdad, el sabor de esta enfermedad, cuál era su fin, que era lo que ocasionaba en todos, saber la Gripe “A” para dar mi testimonio. Pensé hasta en lograr todos los medios para adquirirla, y así ser partícipe de su estado. Era algo ilógico por cierto pero no era mala idea intentarlo.

Los dias posteriores al acuerdo de la cita, los aproveché para invsigar, interiorizarme, sorprenderme con cada cambio radical que se realizaba en nuestra nación. La enfermedad acechaba cada vez mas, se tomaban aún mas medidas, se comenzaban a dar licencias a embaarazadas e inmunodeprimido, el distanciamiento social se hacia cada vez mas cotidiano, las muertes por la influenza A ubicaban al país en tercer ligar mundial. El alcohol en gel ezcaseaba en todos los locales, y “yo” en mi mundo interior, aguardando la entrevista.

El día llegó, acompañado de una alarmante noticia, la cuál descubrí cuando hacia mi rutina habitual de leer los diarios virtuales en mi pc. La intención de querer retrasar las clases al 3 de Agosto ya era un hecho, eso cambió mis planes, debí revisar nuevamente mis posibles preguntas. Me dirigí al colegio pactado, la secretaria anunció mi llegada y la Directora Susana Tropea salió a mi encuentro.

El encuentro fue muy placentero, quité muchas de las dudas que me invadían, intenté ser muy explícito en las preguntas y en la información que deseaba transmitir. Hasta que descubrí y conocí cuál era esta enfermedad, que medidas debíamos tomar, y me tranquilizé aún mas cuando supe que por parte de los Ministerios de Salud y Educación la situación estaba controlada, a travéz de un trabajo conjunto de ambos. El encuentro me hizo recuperar la paz que reinaba en mí , aquella que había perdido gracias a to mi alrededor, a mis compañeros de facultad, mis maigos,mi familia, a los periodistas, al tele, la radio, o simplemente gracias a todas nuestras erradas opiniones sobre la influenza.

Reflexioné mucho hasta que conocí, que no hay tal crisis, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. Cualquier opinión, penamiento erróneo de cualquier persona, cualquier comentario de algun periodista, no reflejaba la noción de realidad que era la correcta. Comprendí porque los expertos, los médicos, los licenciados, nuestros gobernantes debían trabajar por nosotros, saber hacer su deber en estas situaciones en las que Todos hablan, Todos opinan, Todos somos médicos, Todos sabemos ejercer, Todos damos posibles recetas, posibles remedios, posibles curas.

A pesar del barullo, de las calles desbordadas de ruidos de celulares, de bocinas de autos, del torno eléctrico que estaban usando en la construcción de al lado de mi casa. Volví a mi hogar, a mi escondite, a esa guarida , y decidí crear. Gracias a esa entrevista, a ese informarme mas, revisando libros, preguntando a médicos, capacitandome aún mas sobre el tema, no volví a tener miedo.

Después de entonces no volví a tener ese sentimiento de miedo a esa Gripe contagiosa, ya sabía, ya entendía, me era mucho mejor ver con objetividad el hecho que hay otras enfermedades que matan a mas gente. Ya había entendido algo, de ese alrededor, ahora debía sentrarme en mi mismo.

La duda.

Nuevamente la luz iluminaba su cara , nuevamente se escendía y abría paso a una nueva noche de insomio que sería difícil de de superar. Hacía ya mas de un mes que la misma locura se apropiaba de su cuerpo. Esa luz tan indiferente, ese simple velador que formaba parte de una decoración medieval tan intrigante.

Nuevamente me dignaba a observar el comportamiento de ese loco. Mi meta no estaba fijada, lo que haría sería observar, como era mi costumbre. No se si sería parte de una nueva inspección, investigación, o de un nuevo caso que necesitaba resolver, pero el comportamiento de ese personaje era tan extraño.

Tomé mi píldora sagrada , la filmadora, con la que grababa todas las acciones nocturnas y el telescopio que me permitía apreciar sus movimientos, gestos, con suma presición. Comenzaba mi rutina de todos los días, me disPonía a instalarme en el balcón para empezar a observar la función que estaba por empezar.

Él se demostraba tranquilo, ido, fuera de sí, ya acostado en su casa, decidido a descansar a pesar de saber que la noche que le esperaba sería larga y complicada. La misma escena se repetía una y otra vez, cada noche. Era constante, ¿se trataba de un juego, era la paranoía misma, o tan solo el placer de observar algo interesante, fantasgórico, o era su locura la que lo invadía en su plácido descanso.?

Y así, lentamente iba aumentando su agonía, la cual para mi era una aventura mas, esa rutina de siempre. El velador se escendía, su silueta se resflejaba en la ventana y allí comenzaba a caminar por las distintas habitaciones, a recorrer esos interminables pasillos del piso 6 del dpto. En la cocina, se distinguía el reloj, siempre la misma hora, el mismo lugar, en el mismo instante todos los días, era algo inexplicable; pero sucedía. Tan solo un pequeño instante que culminaba cuando recobraba el sueño, tomaba unas píldoras, y se conciliaba con el deseo y las ganas de dormir..

Era algo ilógico, algo irreal, poducto de la psicósis de este extraño personaje, era algo incierto, pero siempre sucedía lo mismo, como si la misma película se revobinara y volviera a repetirse, volviera a revivir la escena cientas de veces.

Pero esa noche, sería especial, algo ocurriría, el jóven, ese día no respondió a mis deseos, a pesar de que el hecho ya había ocurrido, impidió que volviese a suceder. Mi bronca y descontento me mostraron furioso, él tan solo con una pastilla tranquilizante, había logrado tener un descanso placentero , algo que yo en años no pude concebir. Mientras necesitaba de su desesperación , su locura, él descansaba de sus horarios del laburo, de su tan agotador día laboral. Y yo tan solo allí, sin saber que hacer, sin saber a quien observar, tan lleno de impotencia, furia, tiré esas píldoras viciosas, las únicas culpables de mi paranoía.

Desde ese preciso momento, no logro conciliar el sueño, mi tan sagrado descanso; sino que al contrario, me despierto cada madrugada, con esa luz que me encandila los ojos, recorro desesperado mi departamento, miro el reloj del living y en él , siempre la misma hora, siempre el mismo momento, en el reloj del microondas, siempre la misma hora, siempre el mismo momento, siempre el mismo lugar.

Y pienso tan solo en esas píldoras viciosas que no me dejan en paz, tendré que cambiarlas por una dosis mas.

Lunes de imsomnia

Noche de insomnio, una más de tantas otras. Treinta grados de calor… en octubre, este verano va a ser fatal. Me veo al espejo y tengo los ojos hinchados de no poder dormir. Me preparo un poco de leche tibia, receta antigua para tener dulces sueños. Veamos que hay en la televisión… nada productivo, ni entretenido, como de costumbre; mejor me asomo a mi balcón. ¡Qué hermosa es París de noche! Llena de amor y esperanza.
Veo que no soy la única con insomnio, en el edificio de en frente, se ven varias ventanas iluminadas; la que más me llama la atención es la de los sillones rojos. ¡Me gustaría tener unos así! Seguro que vive una pareja joven o alguna muchacha soltera, está todo demasiado pulcro y prolijo. Ahí se asoma una persona… es una chica… no, un chico. No, es una chica con pelo corto, se sienta a leer algo… me da la sensación que es una revista de modas. Ahora llega un muchacho, le da un tierno beso en los labios y desaparece de la escena, dejando un maletín al lado de la chica. Ella se lo revisa y, de repente, queda inmóvil, hasta que, cuando él regresa, comienza la verdadera guerra mundial. Ademanes con las manos, gestos con las caras, parece que a ella le va a explotar la cara en cualquier momento. Ella desaparece. Ahora vuelve con una pila de ropa. No va a hacer lo que pienso que… ya lo hizo. Una lluvia textil envuelve la vereda de enfrente y los vecinos que estaban con insomnio, al igual que yo, se asoman a sus ventanas para admirar la pintoresca escena multicolor. Él sale del departamento. Se ve cómo ella cierra la puerta; la traba  de cien maneras diferentes  y se larga a llorar desconsoladamente encima del sofá. Creo que estaba equivocada con lo de “llena de amor y esperanza”.
Movamos la mirada a la ventana de abajo, parece que alguien llegó de una fiesta con un disfraz muy interesante de Batman, que simula estar atropellado por un bus. Otro más que se tira en el sillón a ver tele y se aburre de lo que hay, por lo que se asoma al balcón, pero a diferencia mía, el muchacho está devolviendo a la ciudad, todo el alcohol, y el resto de las pizzas, dips y verduras que ingirió durante el día. Creo que tenemos una París lluviosa esta noche. Hasta el momento, ningún vecino se dio cuenta; por suerte apagó todas las luces y creo que se fue a dormir. No quisiera estar en su cuerpo mañana.
¿Y el piso de abajo? Cinco jovencitas con parvas de apuntes y litros de café. A pesar de tener caras de preocupación, se las ve muy felices, como que están pasando un buen momento a pesar de los nervios. Me recuerda a mí en mis días de estudiante junto a las chicas. ¡Qué épocas! Querer dormir y no poder… como ahora… Insomnio desgraciado, a ver si con leche tibia te vas a dar vueltas por otra casa, ya no sos bienvenido en mi morada.
La chica del último departamento sigue llorando… grave, grave lo que le sucedió. Apaga todas las luces y se va a dormir. Instantes después se levanta, las vuelve a encender, se mira al espejo, va hacia la tele y la enciende también, no dura mucho que la apaga y sale al balcón a mirar hacia la calle, buscando un haz de amor y esperanza en la noche parisina junto a un vaso de leche. Está encontrando historias en nuevas ventanas y se sonríe cuando le gusta alguna y mira hacia otro lado cuando no… Ahhh… creo que esta leche me hizo buen efecto y mi insomnio se cruzó de vereda. Buenas noches.  

No era tan terrible

Sabía de la entrevista que tenía que hacer desde antes de que empezaran las vacaciones adelantadas por la gripe, pero mi mayor defecto es esperar inconscientemente al drama de hacer todo a último momento, siempre.
Se me había reventado la ilusión de hacerles la entrevista a los que practican Parkour en Rosario; ya había juntado los videos locales e internacionales y me había leído todos los artículos de la página. ¿Qué podía hacer? Me faltaban menos de una semana para entregar y no tenía una mínima idea de a quién podía entrevistar en tiempo récord, encima con la gripe, se habían cerrado casi todos los lugares de concurrencia pública. Esperando a mi musa inspiradora, de cabellera rubia y de manos lánguidas y amarillentas por el cigarrillo para que mágicamente, me diese una idea de un millón de dólares; me situé en mi computadora (como casi todos los días) para relajarme escuchando música. Fue así como llegué no sé por qué a Silvio Rodriguez y su Óleo de una mujer con sombrero, y con él, llega a mi mente el recuerdo de dos jóvenes trovadores que había escuchado una vez en un bar de las calles de Pichincha llamados Bivarietal; recordé que tocaban todos los jueves allí, así que decidí aventurarme a proponerles la entrevista.
Así fue que ese mismo jueves, después de disfrutar de las luces tenues, la suavidad de la música y unas buenas empanadas, me acerqué al escenario y con muchísima timidez me presenté y les comenté sobre la existencia de la posibilidad de pactar una entrevista; con mucha amabilidad aceptaron e intercambiamos mails para concretar una fecha. Esa noche descansé como nunca, por la tranquilidad que me daba el saber que mi trabajo no estaba perdido. Inmediatamente al otro día les envío un mail preguntándoles sobre el día en que  podíamos llegar a  fijar el encuentro y afortunadamente, horas más tarde contaba con la respuesta: dentro dos días, en la casa de uno de los chicos. El plazo estaba bárbaro, el problema fue que, además de no tener idea de qué preguntar, contaba con varios compromisos durante esos días que me lo acotaban aún más. Para no desperdiciar tiempo, rápidamente me embarqué en la búsqueda por Internet sobre ellos, tuve suerte de pescar por lo menos varias páginas, entre ellas, Facebook, que me solucionaron el problema del back-up.
Sin darme cuenta, me encontraba a minutos de la entrevista, a metros del lugar de encuentro y ¡Sin ninguna pregunta! Antes de cruzar la línea que separa la cordura de la locura, respiré profundo, abrí mi pequeño cuaderno de notas y me puse a pensar, qué es lo que a mis lectores ficticios les gustaría saber sobre ellos; eran “raros”, en el sentido de que hacen música que muchos no saben que existe, así que me aboqué a hacer una especie de radiografía del dúo. Delineé con mucha dificultad por el movimiento del colectivo, unas diez preguntas (sin dejar de lado a mis salvadoras W), pero no estaba segura de hacer un buen papel como entrevistadora, era la primera vez que me tocaba hacer una después de mucho tiempo de estar sin práctica. Los nervios se empezaron a sentir más y más fuertes y se apoderaron de mí; sentí un cosquilleo en el estómago, como el vértigo que uno siente cuando se sube a una montaña rusa, levanté la vista y me percaté que me estaba por pasar de la cuadra en que tenía que bajar. Atolondradamente, guardé de forma rápida todo en mi bolso, caminé ligeramente hacia el fondo del colectivo, me bajé en el centro de la ciudad y me había pasado dos cuadras. A pesar de ello, me sentía aliviada de haberme bajado casi bien, no quería tener otra desgraciada catástrofe como la de descender del bus en la salida de Rosario, cuando tenía poca experiencia en el transporte público. Revisé el reloj de mi teléfono celular y, como siempre, estaba perfectamente a tiempo (soy amante de la puntualidad), caminé hasta mi destino y con un suspiro, toqué timbre en el departamento que me habían indicado. Me anuncié y el portero con mucha amabilidad me abrió la puerta del edificio; mientras tanto, para mis adentros me trataba de serenar y me auto-obligaba a pensar en el mar de Brasil en verano, con la hermosa brisa de la playa y un atardecer que adormece hasta el más neurótico.
Al parecer había funcionado, ni cuenta me di que ya me encontraba en el piso al cual tenía que descender; antes siquiera de tocar el timbre del departamento, se abre la puerta con uno de los chicos detrás, Leandro, más al fondo estaba Diego. Nos saludamos como si fuésemos amigos,  eso me tranquilizó bastante aunque tenía muchísima vergüenza, siempre me pasa lo mismo cuando me siento observada, evaluada por otra persona. Luego nos dirigimos hacia el living-comedor, donde me esperaban  un termo y un mate ¡Vaya recibimiento! No me lo esperé en absoluto. Nos sentamos alrededor de la mesa rectangular de madera, saqué todas mis herramientas de entrevistadora, coloqué el cassette dentro del grabador y lo situé en el centro de la mesa,  para que se escuchasen todas las voces. Acto siguiente, realizamos la “prueba de sonido” para asegurarme que no hubiese ningún desperfecto técnico y no encontrarme con sorpresas cuando regresara a mi hogar. Una vez que terminamos con lo protocolar de la introducción previa a la entrevista, donde me preguntaron qué clase de preguntas les iba a realizar y me advirtieron sobre el poco tiempo con el que contaban ese día debido a sus estudios, arrancamos con la sesión.
Como todo entrevistado novato, los dos estaban muy nerviosos y, al principio les costó bastante soltar las palabras, como que la boca le pedía permiso al cerebro antes de hablar, fue bastante gracioso. Primero contaron sobre cómo fue que se conocieron y decidieron empezar a juntarse a “jugar” con la música: ambos tocaban la guitarra en la Escuela Provincial de Música y comenzaron a hacerse amigos entre los recreos. De repente, un día se proponen juntarse a guitarrear un poco, y a partir de ahí, sintieron una buena química y se lanzaron a hacer presentaciones juntos. El relato continuó con el primer lugar donde tocaron, que fue para un té desfile de un club del barrio Belgrano y cómo vivieron esa experiencia; luego siguieron con el estilo de música que hacían y por qué la denominaban trova latinoamericana, que es resultante del recorrido internacional que hacen de artistas trovadores: desde Fito Páez o Jorge Drexler, hasta Pablo Milanés o Silvio Rodriguez.
Recién comenzaron a hablar con más confianza, en el momento que relataron el por qué de su nombre Bivarietal, debido a la alquimia que representa la fusión de dos estilos diferentes, me pareció muy original y bien logrado; continuaron con cómo trabajan en equipo y realmente como tal, sin que ninguno le de órdenes al otro; y por último nombraron sus proyectos a corto y largo plazo, que son sus presentaciones semanales en un bar de Pichincha (con el que los contacté) y la posibilidad de presentarse en un festival de Villarrica, Paraguay, respectivamente. La mateada y la excelente predisposición de los chicos, habían creado un ambiente muy ameno, parecía una charla entre añejos amigos, tal es así que les propongo un ping-pong de preguntas rápidas con respuestas cortas, a modo de juego, como para poder entrever cómo es la personalidad de cada uno; en el cual participaron entusiasmadamente.
La entrevista finaliza, les agradezco por el tiempo brindado a esta novata entrevistadora y me dirijo de vuelta a mi hogar, donde tenía que batallar con el reloj para transcribir la entrevista  y terminar el trabajo para Redacción I. a tiempo. Y así fue que por varias horas, estuve trabajando en ello arduamente, mientras sentía que se me desintegraban los ojos de tanto estar al frente de la pc; hasta que gracias a Thor, su martillo y muchos litros de café, pude agraciadamente concluir. Tanto melodrama me hice por hacer esta interview y al final, no era tan terrible como pensaba que iba a ser.

PARANOIA

La fuerte lluvia no dejaba distinguir nada en el cielo cerrado y gris, mientras que el frio roció se colaba por las aberturas de los ventanales del balcón. En ese momento solo se vio una pequeña luz, perdida entre la tormenta.

Entre truenos que aturdían mis oídos y relámpagos que me enceguecían no podía dormirme, ya eran las dos menos cuarto de la madrugada. Lo único que me mantenía entretenido era esa lucecita que si no es por la sombra que lo acompañaba pensaría que es una estrella.

Una sombra totalmente inmóvil, ¿sería una persona?, ¿un mueble tal vez?, segundo a segundo crecía mi incertidumbre, junto a mi soldad de sábado por la noche.

La misteriosa mancha comenzó a desplazarse de un lado hacia otro, de izquierda a derecha como un cangrejo de mar, ante la duda mude mi cuerpo junto a mis frazadas y mi almohada al sillón que da al balcón, como si fuese nómade.

Desde ese entonces no me despegue ni un minuto de allí. Las preguntas comenzaban a aumentar ahora me interesaba por saber si seria ¿un hombre o mujer?, ¿su edad?, ¿Qué haría a esta hora levantado?, sabría que desde la cuadra de enfrente había alguien mirando paso a paso sus movimientos.

Esta soledad es una sensación de vacio tanto exterior como interior, como un barril sin fondo, como un callejón sin salida.

Esta sombra inusual ¿sabría lo que yo sentía?, ¿mis sentimientos?, ¿se notarían detrás de un simple ventanal?

De repente me percato que algo titilaba y llamaba la atención de mis ojos, e iluminaba la silenciosa habitación inundada de fría oscuridad. Claramente la ventana sobresalía en medio de la furiosa lluvia, ya no sospechaba del origen de la silueta, era una persona que esta encendiendo y apagando la luz de un velador de forma continuada.

Así comencé a hacer lo mismo con mi pequeña lámpara reforzada con cinta, cada tres luces el vecino contestaba con una. Eso significaba el interés del otro por saber que quería.

De esta manera comprendí que la misteriosa mancha era un anciano arrugado, pálido con cara de incertidumbre. Retome nuevamente el juego de luces, absurdo y sin sentido al fin pero era la manera de demostrar interés en el accionar del otro.

De pronto se suma otra sombra en movimiento que merodeaba al inofensivo abuelo como un león rodea a su presa. Se me ocurrió inmediatamente que quizás el señor se encntraba en peligro y es por esto que me destape, corrí hacia la puerta y baje a la entrada del edificio. Empecé a contar las ventanas y los pisos del edifico, eran interminables.

Empapado por la interminable tormenta, no sabía a dónde ir, que hacer. En ese instante lo menos inesperado ocurrió, se holló un ruido fuerte, indescriptible, claramente había sido un disparo, yo sin pensarlo volví al departamento, agarre mi celular y disque 911.

Al amanecer no quedaron huellas de la terrible noche en vela, las calles habían secado, la temperatura había aumentado, el sol lentamente se veía detrás de la torre Eiffel.

Los vecinos asombrados se asomaban sobre la cinta de peligro, preguntándose qué había ocurrido, interrogando a los policías sin recibir respuesta alguna. Lo peor de la noche no había dejado rastros de la soledad de una de las tantas personas de la ciudad de Paris, del mundo por que no.




TODO POR AMOR

Kirov desde los ocho años estaba completamente enamorado de su vecina, Julieta Montes.
A pesar de que eran mejores amigos, que pasaban mucho tiempo juntos e incluso todos los domingos las dos familias se juntaban a comer en el club, él nunca se animo a contarle lo que verdaderamente sentía por ella porque estaba de novia con el mejor amigo de él que se llamaba Nicolás.
En la escuela a Kirov lo trataban mal y lo excluían de todos los grupos por su particular belleza. En cambio Julieta, era la más linda del colegio, y por esto, sus compañeros, nunca entendían la amistad entre ellos.
Un día sus familias, decidieron irse de viaje a Córdoba para pasar un lindo fin de semana juntos. Kirov y Julieta estaban tan contentos que prepararon las cosas una semana antes.
A Nicolás no le gustaba mucho la idea de que viajaran juntos pero lo tubo que aceptar porque sino Julieta se iba a enojar con él.
Afortunadamente, en al ultima noche del viaje, cuando estaban en la playa, Kirov se animo a contarle lo que sentía por ella, y la beso. Julieta le confeso que ella también gustaba de él pero primero tenía que terminar su relación con Nicolás para que no termine herido.
Dos meses más tarde, Kirov y Julieta se pusieron de novios, toda la escuela estaba sorprendida de esa relación porque ella era muy linda para él, pero, a pesar de todo eso siguieron de novios.
Todo era color de rosa para ellos dos, hasta que un día cuando Julieta fue a buscar a Kirov a su casa, entro a su habitación y lo vio con una chica del barrio besándose. Julieta se fue corriendo y termino la relación con él.
Tres años más tarde, cuando Kirov tenía 20, se entero que su amada Julieta se estaba por casar con otro chico. En ese momento él se dio cuenta de la persona que estaba por perder debido a un error que había cometido.
El problema era que el casamiento era en un par de horas y él estaba jugando un torneo de futbol fuera de su ciudad.
Tras la desesperación Kirov decidió parar un colectivo público que justo pasaba por la esquina, saco un cuchillo que siempre llevaba en la mochila y lo amenazo al conductor para que lo llevara a la ciudad donde él vivía.
El colectivo estaba lleno de gente rumbo a la iglesia. Nadie podía creer lo que estaba pasando, sin embrago todos los pasajeros lo apoyaron ya que creían que era muy romántico lo que estaba haciendo.
Cuando Kirov llego a la iglesia, no había nadie. Pensó que la ceremonia había terminado y que su amada ya se había casado. Triste y desconsolado, fue y le pregunto al cura si Julieta Montes se había casado…Afortunadamente, le dijo que ninguna chica llamada así estuvo en la iglesia para casarse.
Al parecer, su amigo le había dado mal la información para que él se diera cuenta de la chica que podía tener a su lado.
Kirov fue corriendo hacia la casa de Julieta, le pidió perdón por lo que le había hecho y le propuso casamiento. Ella acepto porque aun seguía enamorada de él.

¿POR QUE ES TAN CRUEL EL AMOR?

Era una tarde como cualquier otra en las calles de Moscú, a diferencia de que ese viernes cambiaria la vida de un par de personas que se amaban.
Sus vidas giraban en torno al otro, no podían esperar a que llegara la noche para verse y detestaban tener que separarse por un par de horas.
Pero esto que parecía un amor de años era algo reciente, ya que Nastya Vlokirv hacia unos meses se encontraba comprometida con Vladimir Kírov. El era un sencillo empleado de una empresa de telecomunicaciones, que de un día para el otro ella lo había dejado sin darle explicaciones.
Es por esto que para Vladimir sería el peor momento de su existencia, la mujer a la cual amaba, a aquella que le había propuesto su fidelidad y respeto, lo abandono rompiéndole su corazón en mil pedazos.
La misteriosa ex futura esposa, ya tenía todo planificado, su compromiso, la fiesta, la luna de miel y hasta la decoración de su nueva casa. Pero había olvidado lo más importante que era dar explicaciones a alguien que las necesitaba.
Así como si nada ese viernes Nastya se levanto bien temprano para ir a la peluquería a peinarse y maquillarse. Mientras tanto su ex futuro esposo se encontraba en su oficina, cuando de repente ingreso en su Facebook y noto que varios amigos que tenía en común con la despiadada, estaban invitados a un evento etiquetado: “Al fin mi tan esperado casamiento”.
Anonadado por la noticia se pregunto qué pasaría por la cabeza de nastia para creer que se evento era inesperado si el ya le había propuesto compromiso.
De repente desesperado corrió al piso de abajo, que se encontraba el departamento administrativo, donde trabajaba Sasha, amiga de Pilates de su amor imposible.
El tan eufórico enamorado le pregunto cómo era posible que se casara, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿con quién?, ¿desde hacia cuanto se conocían ? La chica sin comprender esta situación de interrogatorio le contesto fríamente que ella solo había recibido una inusual tarjeta de casamiento, pero que hable con ella, ya que la ceremonia seria esa misma noche.
Al borde del infarto, con las manos y la frente sudada corrió hacia su escritorio agarro su celular y llamo a Nastya. Al no contestarle entro en un ataque de ira y corrió afuera del edificio hacia la calle, se fumo un cigarrillo, se subió a su auto y partió rumbo a la casa de su ex. Desgraciadamente pincho una rueda y como su personalidad no iba con los oficios no sabía cómo cambiar la de auxilio, entonces debo contactarse con el auxilio mecánico que tardaría por lo menos treinta minutos.
El corajudo enamorado tomo un colectivo y llego rápidamente, pero la suerte no estaba de su lado, no abría nadie la puerta y nadie se asomaba por la ventana; de repente ve a una anciana que le hacía señas con las manos desde el balcón del frente.
Todo indicaba que Nastya ya estaba camino al altar, Vladimir abatido y cansado ya no tenía fuerzas, ni medios para interrumpir en la iglesia.
Comenzó a correr sin saber ¿Cuándo llegaría?, si seria tarde o no?, ¿Qué diría?, ¿qué le respondería?, el simple hecho de tener que pensar un futuro sin ella lo desesperaba.
En un instante se le atravesó un colectivo escolar con destino a la primaria católica de la ciudad de Moscú. Entonces sin pensarlo, lo paro se subió y simulo tener un arma en su campera, con la cual amenazo al conductor del transporte.
Nervioso y fuera de sus cávales el intrépido Vladimir indico al chofer como llegar a la iglesia. Los menores que se encontraban allí lloraban, mientras que otros tomaban sus celulares pidiendo auxilio a sus padres y a la policía. Fue por esto que al frente de esta caravana estaba un apostador del amor junto al bus escolar lleno de niños, y detrás un sequito de móviles policiales.
Al llegar a su tan esperado destino corrió hacia la puerta y comenzó a gritar el nombre de su amada llamando la atención de los presentes. Nastya sonrojada y desconcertada se dirigió hacia él y enojada exclamo:
- ¿Qué haces aquí?
- Vine a buscarte y a decirte que te amo. Expreso orgulloso Vladimir.
- ¿Qué no entiendes?, tu y yo terminamos.
- Sí, pero ¿Por qué me dejaste?, sin explicaciones.
- Lo nuestro no daba para más, eres demasiado perfecto y estructurado para mí, me canse necesito a alguien más liberal.
En ese momento el mundo se le vino abajo, no lo podía creer con lagrimas en los ojos se tiro al piso. Así entraron los policías, lo esposaron y se lo llevaron a la comisaria.
Por arriesgar lo perdió todo, pero ¿así es el amor no? Era tanto lo que se amaban que no lograban ver sus defectos, y mucho menos hablar de ello.

CUANDO CAE LA NOCHE

Pensaba si siempre seria así. Si siempre me encontraría a la misma hora, desde mi casa, observando la misma ventana todas las noches. No es que no tengo otra cosa que hacer, sólo que es el único momento y lugar en donde puedo “desenchufarme” de la rutina de todos los días e inspirarme para armar mis vanas historias amorosas, trágicas, dramáticas o quizás cómicas también.
Que era lo que tanto me llamaba la atención ?. Porqué siempre me sentaba y observaba justamente lo que pasaba allí ?. Simplemente algo nuevo ocurría cada tanto. Pero, que estaba buscando ?. No lo sé, sólo dejaba al tiempo pasar; una habitación con luces tenues y un televisor siempre encendido, pero ninguna persona figuraba entre esas cuatro paredes, solo sombras, sombras que vienen y van, sombras que delatan cuando hay una o dos personas, sombras que llevan a imaginar historias que, vaya a saber uno cuanta realidad habrá en ellas.
Será por eso que prestaba suma atención a todo lo que sucedía?. Sombras. Ni más ni menos. Esas sombras no son nada, pero son todo. Qué puedo yo saber lo que dicen, señalan o sienten esos seres?. Nada, solo imagino. Vuelo en la imaginación de una realidad creada por mí, por lo que me rodea, por mis pensamientos, por mis emociones, que van más allá.
Una simple y única ventana con sus luces encendidas que acapara mi atención, cuando ya el mundo esta quieto, cuando nadie me observa (o sí), cuando cambia la atmósfera del lugar, cuando me siento a pensar, a imaginar, a ver con otros ojos diferentes a los del día. Cuando cae la noche.

Brisa de amor.

Primavera, época en la que todo resurge, las plantas, el color, el calor , donde por fin la gente se desase de todos esos kilos de abrigos, bufandas, guantes, entre tantos otros mas. Por último no podía faltar a esta lista amor.
¿Será que la gente se desinhibe con la primavera? ¿Se anima a mas?, ¿hace cosas fuera de lo usal ?....
Esto me hizo acordar a la historia de un joven ruso, el cual al enterarse de una terrible noticia decide tomar las riendas del asunto y hacer lo posible para cumplir su cometido.

En la ciudad rusa de Kazan, vivía Vladimir Kirov, un joven muy serio, introvertido, solitario, hasta inclusive gruñón. Este era dueño de un apartamento del centro de la ciudad, en el cual convivía con sus queridos y tranquilos peses tropicales traídos desde las profundas aguas marítimas Australiana.
Éste formaba parte de una gran y simpática familia, muy tradicional, la cual sábado tras sábado realizaban reuniones familiares donde la comida era la Vedette de aquel encuentro, aunque Viktor, ya hacia mucho tiempo que no se hacia presente en aquellas reuniones. Tampoco tenía muchos amigos, y su vida social concluía cada viernes a la sobra de una botella de vodka a las ocho de la noche, en el bar de la esquina luego de una dura jornada laboral.
Pero esta vida solitaria y rutinaria no fue desde siempre. Hubo en su vida un gran amor, una joven que dejó marcado su corazón. Ella se llamaba Vera Lébedev, proveniente de una familia muy pudiente de la capital Rusa. Estos se conocieron siendo muy pequeños, en un cóctel, en donde sus familiares comenzaron una gran amistad.
Sus familias siguieron manteniendo un vínculo afectuosos, compartiendo viajes juntos, fechas importantes, (cumpleaños, navidades, entre otras.), pero con la ausencia de Vera, ya que a sus 9 años fue enviada a los EE.UU. para que lleve a cabo sus estudios en uno de los colegios mas prestigiosos de América.

Pasaron años y Vladimir no volvió a ver a su amiga. Hasta que luego de 9 años, en un aniversario del matrimonio Lébedev, tras una fiesta inolvidable, como todo evento ofrecido por esta familia, se produjo el encuentro, en el cual ambos con 18 años quedaron total y completamente enamorados.
De ahí en más comenzó el amor, que no fue fugaz, ya que salieron durante 6 años, los 6 años más dichosos de la vida de ambos, en especial de Vladimir.
Pero este amor nunca terminó, si bien se separaron por un hecho desafortunado, el la siguió amando día a día, y no hubo noche en la que no pensara en ella. Sin lugar a duda, la ruptura fue el desencadenante de su vida triste y solitaria.
En una soleada mañana de sábado, Vladimir decidió sorprender a su familia con su presencia, pero este nunca hubiera pensado lo que significaría esa visita insignificante.
Al llegar a la casa, se sorprendió, por la ausencia de ruidos y movimientos. Entró a la casa y con lo único que se encontró fue con una invitación blanca con detalles en dorados, que a simple vista se trataba de una tarjeta de bodas. El joven tomó la invitación e inspeccionó su casa de arriba a abajo, y no encontró a nadie. Este cansado por tanto subir y bajar las escaleras, decidió tomarse un descanso en el último escalón de la misma, y así pudo abrir la invitación para saber de que se trataba. Él nunca creyó lo que estaba leyendo, esa tarjeta era ni más ni menos que la invitación a la boda de Vera, el amor de su vida.
Le tomó unos minutos caer y creer lo que decía aquel papel, hasta que una ola de viento sur que entró por la ventana hizo que sus ideas se reacomodaran lo cual lo impulsó a poner fin a esta situación, a esta vida insulsa e infeliz, ese era el momento justo para jugarse por su gran amor, e impedir aquel casamiento.

Salió lo mas rápido que pudo, buscando algún medio para poder llegar a tiempo a la Iglesia catedral de Kazan, situada en el centro de la ciudad, pero le fue imposible encontrar algo en aquel, barrio. Este no se dio por vencido, busco su vieja bicicleta, que por cierto le quedaba muy pequeña, se montó en ella y pedaleo desenfrenadamente hasta llegar al centro. Pero como era de esperar, la vieja bicicleta no aguanto lo suficiente. Todavía le quedaban algunos kilómetros para llegar, hasta que el joven en su desesperación vio que el chofer de un micro interurbano descendió de el por algún motivo, que este no detuvo en pensar. Vladimir cauteloso, se desplazó hacia el micro, se subió en el, y al ver que no habían pasajeros, se escabullo en la cabina del conductor, dio marcha y arranco a toda velocidad sin importar los bocinasos y los semáforos, hasta que por fin pudo llegar a su destino.


La novia, estaba de blanco radiante, pero su cara transmitía un leve dejo de inseguridad y tristeza. Él por un instante titubeó, pero al oír el sonar de las campanas, tomo las fuerzas necesarias y fue a encarar a la novia .Al encontrarse, hubo un chispazo de sentimientos encontrados, el llevaba una cara de susto impresionante, mezclada con una ansiedad, por no saber que iba a suceder. En cambio, la cara de ella cambió rotundamente, la felicidad la abundó sorprendentemente. Pasaron unos minutos que para ellos fueron eternos, sus miradas se cruzaban de manera nunca antes vista. Hasta que dos palabras salieron de la boca de el: "Te amo"...
Esto produjo la caída en cámara lenta del arreglo floral que llevaba en sus manos. Ambos temblorosos, se dieron cuenta que el amor que había entre ellos nunca había terminado, estaba latente no solo en el corazón de Vladimir, sino también en el de ella. Hubo nuevamente una ráfaga de viento sur, que motivo e impulsó a la joven a los brazos de su amor.
La boda se estaba retrasando, algunos de los invitados mas curiosos, entre ellos los familiares de Vladimir, se asomaron con sus lujosas vestimentas y con sus finas capelinas para ver que sucedía. Al ver esa situación, los invitados reflejaban un gran desconcierto en sus caras, menos en los rostros de los Kirov, quienes sorprendidos, alentaban a su hijo.
Antes de seguir provocando un escándalo, unos de los primos de la novia, quien conocía bien a Vladimir y siempre había apoyado a esa pareja, los guío hacia un auto en el cual huyeron hasta alejarse lo mas posible del lugar, sin importar nadie mas que ellos dos, quienes no dejaban de mirarse ni por un minuto.
La brisa entrante por las ventanillas bajas, sacudía sus cabellos de manera incontrolable. Lo único estático y fijo en aquel momento era sus miradas, donde el amor que se transmitían era único.
En el mismo instante que cruzaron sus miradas en aquellos escalones de la iglesia, ellos supieron que nunca mas se separarían, y que la fuerza de su amor era inigualable.

MISTERIOSA OBSESIÓN.

Y esa ventana justo en frente de la mía; esa ventana iluminada en horas que las otras no lo están; esa ventana que me hipnotiza, noche tras noche, preguntándome que historia se esconde detrás de esos vidrios.

Es la mujer de mis sueños, pero no se nada de ella. ¿Será una mujer taciturna? No lo creo, siempre da la casualidad de prender la luz a la misma hora… ¿será que espera visitas todas las noches, a esa hora? ¿Un novio, tal vez? ¿Amigos? ¿Será que estudia todas las noches, porque le es más fácil? Hay tantas cosas que pueden ser… ¿sonámbula?

Es raro… se que ahí vive una mujer, pero nunca la vi asomarse por las noches. Solo de día, paseándose por el balcón, fumando un cigarrillo a veces. Es más… por las noches nunca vi ni una sombra: se prenden las luces, y así quedan hasta el día siguiente.

Son las 01:53 AM: en 7 minutos se tiene que iluminar esa ventana. Y si, aunque no lo crean, yo todas las noches estoy pendiente, como ahora, de si esa luz va a seguir la misma rutina que estuvo siguiendo hasta ahora.

Yo también estoy con la luz prendida… me pregunto si alguien se hará tantas preguntas sobre mi ventana iluminada. ¿Me habrá notado ella? ¿Seré yo también el chico de sus sueños, y por eso ella deja la luz prendida, para llamar mi atención, como yo lo hago con ella? Lo dudo…

5 minutos más, y se hace la luz. ¿Veré hoy por fin una señal, una sombra, de la mujer cuyo nombre es ajeno a mi saber? ¿Por qué tendría que ser diferente esta vez?, me lo pregunto todas las noches.

Si no fuera tan tarde, me gustaría gritar algo, dirigirme personalmente a esa ventana. Pero mis vecinos duermen, y ya tengo dos llamadas de atención por ruidos “molestos” a altas horas de la noche… ¿acaso nunca fueron adolescentes alguna vez? Además era fin de semana… tengo derecho a poner música cuando me junto con mis amigos--

--¡¿?! ¡Prendió la luz!... ¿Por qué me sorprendo? Es normal a esta altura del partido… Unos minutos antes, unos minutos después… no es que justamente a las 1 AM, pero siempre unos pocos minutos antes o después.

Y sin embargo, nada. ¿Se habrá ido a dormir? ¿Le tendrá miedo a la oscuridad, y por eso deja las luces prendidas? Es un mundo totalmente aparte, un mundo lleno de posibilidades lo que esconde esa ventana… esa ventana, que me hipnotiza noche tras noche, preguntándome que historia se esconde detrás de esos vidrios.


*


Pasaron 3 horas. 3 horas y la luz sigue encendida. Todavía no entiendo como esto me atrapa todas las noches, hasta quedarme dormido sin darme cuenta. ¿Será una obsesión? Sea lo que sea, no me está haciendo bien. Creo que mejor hago algo por mi propia voluntad y me voy a dormir.