Lunes de imsomnia

Noche de insomnio, una más de tantas otras. Treinta grados de calor… en octubre, este verano va a ser fatal. Me veo al espejo y tengo los ojos hinchados de no poder dormir. Me preparo un poco de leche tibia, receta antigua para tener dulces sueños. Veamos que hay en la televisión… nada productivo, ni entretenido, como de costumbre; mejor me asomo a mi balcón. ¡Qué hermosa es París de noche! Llena de amor y esperanza.
Veo que no soy la única con insomnio, en el edificio de en frente, se ven varias ventanas iluminadas; la que más me llama la atención es la de los sillones rojos. ¡Me gustaría tener unos así! Seguro que vive una pareja joven o alguna muchacha soltera, está todo demasiado pulcro y prolijo. Ahí se asoma una persona… es una chica… no, un chico. No, es una chica con pelo corto, se sienta a leer algo… me da la sensación que es una revista de modas. Ahora llega un muchacho, le da un tierno beso en los labios y desaparece de la escena, dejando un maletín al lado de la chica. Ella se lo revisa y, de repente, queda inmóvil, hasta que, cuando él regresa, comienza la verdadera guerra mundial. Ademanes con las manos, gestos con las caras, parece que a ella le va a explotar la cara en cualquier momento. Ella desaparece. Ahora vuelve con una pila de ropa. No va a hacer lo que pienso que… ya lo hizo. Una lluvia textil envuelve la vereda de enfrente y los vecinos que estaban con insomnio, al igual que yo, se asoman a sus ventanas para admirar la pintoresca escena multicolor. Él sale del departamento. Se ve cómo ella cierra la puerta; la traba  de cien maneras diferentes  y se larga a llorar desconsoladamente encima del sofá. Creo que estaba equivocada con lo de “llena de amor y esperanza”.
Movamos la mirada a la ventana de abajo, parece que alguien llegó de una fiesta con un disfraz muy interesante de Batman, que simula estar atropellado por un bus. Otro más que se tira en el sillón a ver tele y se aburre de lo que hay, por lo que se asoma al balcón, pero a diferencia mía, el muchacho está devolviendo a la ciudad, todo el alcohol, y el resto de las pizzas, dips y verduras que ingirió durante el día. Creo que tenemos una París lluviosa esta noche. Hasta el momento, ningún vecino se dio cuenta; por suerte apagó todas las luces y creo que se fue a dormir. No quisiera estar en su cuerpo mañana.
¿Y el piso de abajo? Cinco jovencitas con parvas de apuntes y litros de café. A pesar de tener caras de preocupación, se las ve muy felices, como que están pasando un buen momento a pesar de los nervios. Me recuerda a mí en mis días de estudiante junto a las chicas. ¡Qué épocas! Querer dormir y no poder… como ahora… Insomnio desgraciado, a ver si con leche tibia te vas a dar vueltas por otra casa, ya no sos bienvenido en mi morada.
La chica del último departamento sigue llorando… grave, grave lo que le sucedió. Apaga todas las luces y se va a dormir. Instantes después se levanta, las vuelve a encender, se mira al espejo, va hacia la tele y la enciende también, no dura mucho que la apaga y sale al balcón a mirar hacia la calle, buscando un haz de amor y esperanza en la noche parisina junto a un vaso de leche. Está encontrando historias en nuevas ventanas y se sonríe cuando le gusta alguna y mira hacia otro lado cuando no… Ahhh… creo que esta leche me hizo buen efecto y mi insomnio se cruzó de vereda. Buenas noches.  

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